jueves, 13 de octubre de 2011

Paraguas.


A veces, me paro a pensar y digo: “Ojala fuéramos como un paraguas”.
¿Qué por qué digo esto? Suena estúpido, lo sé, pero no es así.
Si realmente lo pensamos bien, cuando llueve y miramos a un paraguas, las gotas se deslizan por él, con tanta suavidad que apenas las percibimos bien.
También las hay que caen de golpe, y notamos un pequeño golpecito, apenas doloroso, pero ahí está. Tal vez, sigas sin encontrarle sentido a esto que estoy escribiendo, pero...




¿Y si ahora cambias las gotas por tus problemas?


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Aquello no era lógico, era amor.

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