A veces, me paro a pensar y digo: “Ojala
fuéramos como un paraguas”.
¿Qué por qué digo esto? Suena estúpido, lo
sé, pero no es así.
Si realmente lo pensamos bien, cuando llueve
y miramos a un paraguas, las gotas se deslizan por él, con tanta suavidad que apenas
las percibimos bien.
También las hay que caen de golpe, y notamos
un pequeño golpecito, apenas doloroso, pero ahí está. Tal vez, sigas sin encontrarle sentido a
esto que estoy escribiendo, pero...
¿Y si ahora cambias las gotas por tus
problemas?
No hay comentarios:
Publicar un comentario