domingo, 30 de junio de 2013

No quiero jugar.


La mente es muy traicionera. Es capaz de hacerte dudar de todo cuanto te rodea, incluso de ti misma. Dudar de si el Sol volverá a salir, o de si la Luna te acompañará una noche más.
Ya nada es claro, ni tan si quiera el agua más cristalina es capaz de mostrar todo cuanto deseamos ver.
Todo es como un día nublado, turbio, indiferente.
Ya nada es lo que parece, ya nada es seguro, y mucho menos puro.
Jamás creíste que acabarías así como un enorme ovillo de lana enredado. Y si, ¿quién no se ha sentido así?. Como un ovillo entre las zarpas de un gato que tan solo quiere jugar hasta cansarse.  Solo eso.  Acaba con ello, la vida sigue más allá de la niebla, más allá de un simple juego.



Escasez de gente auténtica. Epidemia de gente idéntica.




Que si, que vale, que en esta vida todos vamos de seres increíbles, únicos e irrepetibles. Pero ninguno se ha parado a ver la puta realidad.
Somos copias, una detrás de otra, y quién más diferente se crea, más igual acaba siendo.
Egocentrismo, muchos se creen el ombligo del mundo, pero ninguno de ellos se conoce de verdad.
La verdad duele, y esto funciona así. La vida es una constante pelea por parecer más que alguien,  por estar por encima, por ser valorado.
Cuando realmente olvidamos lo más importante, valorarnos a nosotros mismos. Sin importar si somos únicos o diferentes. Simplemente valorarnos, querernos, tal y como somos. ¿Y qué más da los demás?
     Llega un momento en el que te cansas de ver lo mismo una y otra vez, de siempre las mismas historias, las mismas peleas, todo igual. Tu vida parece convertirse en un película que no para de repetirse. No hay salida.

Vamos a pensar por un segundo, ¿quiénes somos?, ¿qué queremos? O mejor dicho, ¿qué merecemos?
La vida es muy puta de por si, no vayamos a complicarla más. Si quieres algo, ve a por ello. Y si algo te hace daño, sácalo de tu vida. Quédate con lo bueno, con aquello que te hace sonreír. Y olvídate de todo lo que quiere verte sufrir. 


Sonríe, tú vales más que ellos.




Aquello no era lógico, era amor.

Aquello no era lógico, era amor.