domingo, 17 de junio de 2012

Dientes de león.


Será como un deseo después de soplar las velas. Una nueva ambición, pura y resplandeciente. Un nuevo objetivo que cumplir, un nuevo destino, una meta. Llámalo como quieras, finalidad, ilusión, eso carece de importancia. Es el comienzo, el inicio de algo nuevo. ¿Insuperable?, el tiempo lo dirá. 

No saber que deparara cada segundo, cada hora de cada día. No quiero límites, que desaparezcan junto a cada soplido, y que se lleve consigo el pasado. Será mágico o realista. Un soplido impulsor, un viento soñador.

Será como un diente de león, tan ligero y tan libre.



No te arrepientas de algo que te hizo feliz.


¿Por qué arrepentirse de algo que te sacó una sonrisa de oreja a oreja? Una sonrisa puntual, una carcajada circunstancial, o quizás una mirada especial, no importa.
Me sorprende ver como hay personas que se arrepienten al instante de ver que algo no funcionó. No salió bien, tal vez no como tú quisiste, no por ello deja de ser un recuerdo, no por ello deja de estar presente.

Así que, deja tu estupidez a un lado, y sonríe, no llores porque se acabó. Sonríe. Sonríe porque ocurrió, porque te guste o no creo una sonrisa en ti, y una sensación extraña que jamás podrás olvidar. Y quédate con lo bueno, con cada momento alegre, cada sonrisa, cada beso, cada abrazo, quédate con todo lo positivo. Y así, de esta manera, podrás avanzar.


Esta vez no, no te arrepientas.





Aquello no era lógico, era amor.

Aquello no era lógico, era amor.