domingo, 30 de junio de 2013

No quiero jugar.


La mente es muy traicionera. Es capaz de hacerte dudar de todo cuanto te rodea, incluso de ti misma. Dudar de si el Sol volverá a salir, o de si la Luna te acompañará una noche más.
Ya nada es claro, ni tan si quiera el agua más cristalina es capaz de mostrar todo cuanto deseamos ver.
Todo es como un día nublado, turbio, indiferente.
Ya nada es lo que parece, ya nada es seguro, y mucho menos puro.
Jamás creíste que acabarías así como un enorme ovillo de lana enredado. Y si, ¿quién no se ha sentido así?. Como un ovillo entre las zarpas de un gato que tan solo quiere jugar hasta cansarse.  Solo eso.  Acaba con ello, la vida sigue más allá de la niebla, más allá de un simple juego.



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Aquello no era lógico, era amor.

Aquello no era lógico, era amor.