Ahí estaba yo, presenciando el primer salto de aquél niño. Nervioso, e intranquilo, dudaba de que poder conseguirlo. Desde jóvenes empezamos a dudar, y conforme vamos creciendo seguimos dudando, es algo que no cambiará.Parece difícil tirarse a la piscina y arriesgar, incluso cuando eres pequeño.Tenemos miedo, inseguridad y pánico. Pero él, a pesar de todo, sentía que debía de hacerlo, que debía dar el salto.
Ahora lo recuerdo, y pienso que yo también tengo que hacerlo, quitarme mis miedos y enfrentarme a ellos. De alguna manera, yo debía dar ese pequeño salto. Ese salto hacía la realidad. Sé que tal vez las cosas no funcionen bien, que tal vez sea un error y me este equivocando. Pero, quien no arriesga no gana. Como el niño, asustado por el agua,
por el miedo a no volver arriba. Así me sentía yo, indefensa. Pero teníamos que llenarnos
de valor, y de valentía. Sentíamos que llegaba la hora de hacerlo, y sin más lo hicimos.
Él dio el primer salto de su vida, y yo dejando atrás el miedo, di el salto que cambio mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario