Lo que más recuerdo de ella es su perfume, el aroma de su piel, de su cabello.
Cuando la abrazaba, una brisa de mar me acariciaba la cara. Ella siempre olía a mar, a conchas marinas. Su perfume era dulce y a la vez característico, nunca podría olvidarlo, mi ropa ya huele a ella. Me hacía perder la razón, en cada abrazo, cada beso... su aroma,
es ya mi aroma.
Es cierto eso que dicen de que los besos saben distintos de cada labio que besas.
También es cierto que aunque ella se marche, su perfume me acompañará.
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