domingo, 23 de octubre de 2011

Una habitación cualquiera, un paraíso.


Una habitación, tan solo era eso.
Una cama, una mesita, una ventana, nada más.
Solamente hizo falta una noche, dos personas y un solo sentimiento.
Una noche cualquiera, la luna, las estrellas, el viento de otoño.
Dos personas conocidas, solo conocidas. Y ese sentimiento indescriptible.

¿Cómo un lugar tan típico y vació, pudo convertirse en un paraíso?


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Aquello no era lógico, era amor.

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