Verás, a mi me contaban lo que
era el amor, me decían que era difícil pero bello a la vez. Que era sentirse
llena, plena, como si nada te faltara.
Querer a la otra persona de tal manera que sientes morir cada día. Pensar como
has aguantado tanto tiempo sin ella, y lo feliz que te sientes al tenerla a tu
lado. Me decían que nada más verla girar esa esquina, ya la echaría de menos, que
necesitaría estar las veinticuatro horas del día cogida de su mano. Que la
sensación de no encajar en ningún lugar se esfumaría sin más, que encajaría con
ella a la perfección, que no habría ninguna duda. Decían que separarme de ella dos
centímetros me costaría, y que razón tenían. Dos centímetros,
parece poco, ¿verdad?
Que tendríamos tonterías que solo ella y yo entenderíamos.
Que tendríamos tonterías que solo ella y yo entenderíamos.
Insistían con que su sonrisa me alegraría todo el día y se me
olvidarían todos los problemas, que su mirada me volvería loca. Que sus
caricias, sus besos, sus abrazos... todo me volvería loca. Que el día que se
alejara de mi, sentiría que el mundo se rompería en pedazos, nada, absolutamente
nada tendría sentido.
Así fue, pero yo sentí que era
algo más, más allá de lo visible.
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