lunes, 1 de abril de 2013

STOP.


Cuando tienes hambre el primer plato lo coges con ganas, como si se acabara el mundo.
¿Y qué pasa con el segundo?, también te gusta y te lo comes, pero con menos ganas dejando una pequeña parte en el plato. Os preguntaréis que a que viene semejante historia.

Creo que ya va siendo hora de poner las cosas claras en este asunto. Pongo la mano en el fuego cuando digo que más de uno se ha sentido segundo plato en algún momento de su vida. Esa sensación de ser el pasatiempo de una persona cuando su primer plato no está en el menú, cuando quizá no hay nada mejor a lo que agarrarse. Tú, un simple sustituto.  Parece un absurdo juego a dos bandas que creedme, jamás termina bien. Siempre habrá una persona que lo pasa mal, muy mal, y suele ser quien más desea que esto acabe. Es ridículo pero en tu cabeza cabe la esperanza de que acabes convirtiéndote en el primer y deseado plato. Pero si el tiempo pasa y nada cambia, te cansas. Te cansas de sentirte menos por el simple hecho de no ser la prioridad.

En esos momentos desearía que todos vosotros os estamparais contra la realidad. ¿Segundo plato?, ¿Pasatiempo?, ¿Sustituto?. Que absurdo suena todo. Dicen que no hay que tratar como prioridad a quien te tiene como opción. ¿Y a qué esperamos?. Seguro que existen personas que no solo te querrán como primer plato, sino que no querrán ningún otro. Solo tú. Personas que se mataran por no perderte y que si no estás en el dichoso menú romperán la vida hasta buscarte. Cueste lo que cueste, tú serás el entrante, el primer plato, el segundo, el postre… 

Y su vida entera. 


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Aquello no era lógico, era amor.

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