martes, 7 de mayo de 2013

Castillos De Arena.


Lo recuerdo perfectamente, era el momento que más me gusta del día, el anochecer. Estaba en la playa andando por la orilla del mar, disfrutando del aire fresco, y del sonido de las olas chocando con las rocas. Pensé que estaría sola puesto que empezaba a refrescar. Cuando de pronto vi a un chico unos metros más adelante.
Sentado junto a un castillo de arena se hallaba tranquilo y sereno. Mirada al horizonte, quizá esté soñando. Parecía que nada a su alrededor le importaba, tan solo estaba ahí, sentado con los ojos cerrados guardando su castillo de arena.  Me acerqué, me senté a su lado cogiéndole de la mano y cerré los ojos.
Un caballero valeroso, de grandes ojos verdes, de cabello castaño a lomos de su gran caballo negro. Un único sueño, proteger su castillo y salvar a su amada que jamás había llegado a ver, y que quizá ni siquiera existiría. Él nunca se rendía, lo deseaba con toda su alma, y lo iba a conseguir.

Abrí los ojos, seguíamos sentados, pero todo era distinto. Habíamos cambiado, sus rasgos mostraban el paso del tiempo, ya no era un niño, y yo ya no era una adolescente.
Tan solo quedaban ruinas de aquél castillo, ruinas de aquél sueño. El joven se levantó y me dijo: “Algún día cumpliré mis sueños”, y caminando por la orilla se marchó.  No desistas, y persigue tus sueños, solo así podrás conseguirlos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Aquello no era lógico, era amor.

Aquello no era lógico, era amor.