La mente es
muy traicionera. Es capaz de hacerte dudar de todo cuanto te rodea, incluso de
ti misma. Dudar de si el Sol volverá a salir, o de si la Luna te acompañará una
noche más.
Ya nada es
claro, ni tan si quiera el agua más cristalina es capaz de mostrar todo cuanto
deseamos ver.
Todo es como
un día nublado, turbio, indiferente.
Ya nada es lo
que parece, ya nada es seguro, y mucho menos puro.
Jamás creíste
que acabarías así como un enorme ovillo de lana enredado. Y si, ¿quién no se ha
sentido así?. Como un ovillo entre las zarpas de un gato que tan solo quiere
jugar hasta cansarse. Solo eso. Acaba con ello, la vida sigue más allá de la
niebla, más allá de un simple juego.